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Entender a China desde la Argentina en los tiempos de Milei

Mobirise

Durante la campaña política que llevó a Javier Milei a la presidencia de Argentina a partir del 10 de diciembre de 2023, el candidato pronunció frases como "No hago transacciones con comunistas" y, por ende, "no haría negocios con China". Una vez electo, tuvo que instruir a la responsable de la política exterior argentina, Diana Mondino, para que sostuviera la relación política y comercial con China, puesta en duda por sus declaraciones pre-electorales. Aunque ahora presidente, existe una necesidad económica por parte de su gobierno de mantener esa relación bilateral. No obstante, Milei ha emitido señales contradictorias con opiniones poco diplomáticas sobre la segunda potencia global, generando, al menos, incertidumbre sobre la posición de su gobierno en relación con China. Milei, como muchos en Argentina, sigue pensando que China es un país comunista, siendo este su mayor problema: el desconocimiento total de la realidad. Y cuando se parte de una premisa equivocada, no hay manera de llegar a conclusiones acertadas.

Desde principios de los ochentas del siglo pasado, China entendió que el comunismo era una utopía inalcanzable y, en la práctica, un sistema que solo conduciría a más pobreza y decadencia. Fue Deng Xiaoping quien lo percibió, siendo el que dio el puntapié inicial que comenzó a transformar el comunismo en otra cosa. El pueblo de Shenzhen, de donde era nativo, y donde su imagen se refleja en todas partes, le agradecerá eternamente a Mr. Deng, China también. Allí comenzó la construcción de lo que los chinos llaman, incluso el propio Partido Comunista Chino, el sistema socialista al estilo chino, que dé socialista tiene poco en la tercera década del Siglo Veintiuno, menos en lo económico. Hoy es la segunda potencia mundial; en 2030 será la primera y en 2050 establecerá las reglas del juego global, salvo alguna catástrofe global que algunos promueven por conveniencia propia y sus propios intereses económicos. No es el paraíso, pero está repleto de grises, sombras y luces.

Para entenderlo, claramente, China es el país más dominante en el comercio mundial, y su peso específico aumentará en las décadas venideras. Dejar de mirar hacia allí es, por lo menos, pecar de ignorante, así como calificar a China simplemente de país comunista. En los últimos treinta años, sacó a 600 millones de personas de la pobreza y las convirtió en una potente clase media, educada, instruida y calificada. Lo más notable es que lo hizo con una política económica capitalista de mercado, completamente abierta, y fomentando la actividad privada de manera intensiva, como ningún otro país en el planeta. Ahora, ¿es China un país capitalista? En términos tradicionales, no lo es. China es China y no se clasifica en una categoría u otra.

La bipolaridad de Argentina muestra la oscilación entre lo occidental y lo tercermundista, disfrazada en muchos casos de una falsa neutralidad. Históricamente, el país ha querido ser una cosa y otra, dependiendo de los gobiernos de turno. En realidad, el común denominador ha sido una falta de coherencia geopolítica, determinada por la conveniencia de los gobernantes circunstanciales, que privilegiaron siempre los intereses y preferencias personales de corto plazo a la visión estratégica sostenible en el tiempo. Argentina no piensa como China, no elabora planes a diez, veinte o cincuenta años, simplemente sobrevive. Nunca lo hizo, y sus gobernantes menos. Este vaivén ideológico solo ha logrado construir un país en permanente retroceso, a diferencia de China.

Cuando tengo que graficar mi experiencia con China, la resumo diciendo que desde mi primer viaje en 1998 hasta el último hace unos meses, China pasó de la oscuridad a la luz. La primera impresión de Shanghái por aquel entonces fue la de una oscuridad casi absoluta. Noches cerradas, luces apagadas, una ciudad muerta de noche. Pero por debajo, la energía se administraba para que las industrias, cada vez más numerosas, nunca dejaran de producir, a costa de los ciudadanos que tenían cortes rotativos en sus hogares o la iluminación pública, porque era más importante para el país la producción que la recreación. En esa época, PuDong, una de las dos partes en las que Shanghái está dividida por el río, era una zona de depósitos y edificios viejos. Hoy es el centro financiero, comercial e inmobiliario más moderno de China, de Asia, y probablemente del mundo. Shanghái no tiene nada que envidiar a Nueva York, hoy en día quizás sea, al contrario.

Si nos basamos en datos objetivos para entender lo que ha ocurrido en China en los últimos veinticinco años, la subjetividad desaparece:

1. Crecimiento económico sostenido: China ha experimentado un rápido crecimiento económico desde la década de 1990, convirtiéndose en la segunda economía más grande del mundo.

2. Reformas estructurales: China ha llevado a cabo reformas económicas significativas, especialmente en las últimas dos décadas, abriendo su economía al comercio internacional, liberalizando sectores y promoviendo la inversión extranjera.

3. Desarrollo tecnológico: China ha realizado avances notables en tecnología e innovación, pasando de ser conocida principalmente por la fabricación a gran escala a ser líder en áreas como la inteligencia artificial, la tecnología 5G, la investigación espacial y la fabricación de vehículos eléctricos.

4. Urbanización rápida: Ha habido un rápido proceso de urbanización con millones de personas mudándose de áreas rurales a ciudades en busca de empleo y oportunidades, lo que ha llevado a la construcción de grandes ciudades y expansión de la infraestructura.

5. Desafíos medioambientales: El desarrollo económico ha traído consigo problemas medioambientales, como la contaminación del aire y del agua, llevando a China a implementar políticas y regulaciones más estrictas.

6. Cambio en la estructura económica: Ha habido un cambio desde la dependencia de la manufactura y la exportación hacia un mayor enfoque en el consumo interno y los servicios.

7. Relaciones comerciales internacionales: China ha ampliado significativamente sus relaciones comerciales internacionales, estableciendo acuerdos con varias naciones y participando activamente en organizaciones económicas globales.

Desde esa misma época, Argentina ha experimentado cambios significativos y oscilaciones políticas, desde el menemismo pro-mercado absoluto hasta el intervencionismo moderado y luego acentuado del kirchnerismo en los años 2000. Posteriormente, giró nuevamente con el macrismo, un intento tibio y fallido pro-mercado, para finalmente regresar al kirchnerismo de los Fernández, un intento de intervencionismo distribucionista sin recursos, agravado por la pandemia. Ante el desastre, surgió Milei como una alternativa.

Nuevamente, recurriendo a la inteligencia artificial, se puede observar la evolución de Argentina en los últimos 25 años:

1. Crisis económicas: Argentina experimentó crisis económicas significativas a fines de la década de 1990 y principios de la década de 2000, resultando en devaluaciones de la moneda, altas tasas de inflación y una profunda recesión.

2. Recuperación y crecimiento: Después de la crisis, Argentina experimentó un período de recuperación y crecimiento económico durante gran parte de la década de 2000, impulsado por el aumento de los precios de las materias primas y políticas gubernamentales expansivas.

3. Desafíos de inflación y deuda: A lo largo de los años, la economía argentina ha enfrentado persistentes desafíos, incluyendo altas tasas de inflación y problemas estructurales. La gestión de la deuda también ha sido un tema recurrente, con episodios de reestructuración de deuda soberana.

4. Intervención gubernamental: La intervención gubernamental en la economía ha sido una característica distintiva en Argentina, con políticas que han incluido controles de precios, regulaciones cambiarias y medidas proteccionistas.

5. Fluctuaciones económicas recientes: En los últimos años, Argentina ha enfrentado nuevamente desafíos económicos, incluyendo crisis cambiarias, inflación persistente y dificultades para estabilizar la economía.

6. Es importante tener en cuenta que la economía argentina ha experimentado períodos de altibajos.

7. Fluctuaciones recientes: En los últimos años, Argentina ha experimentado nuevamente períodos de volatilidad económica, con episodios de depreciación de la moneda, alta inflación y dificultades para mantener la estabilidad macroeconómica. Estos eventos también han influido en el PIB per cápita.

Si comparamos país contra país durante los últimos veinticinco años, entre China y Argentina, nos queda lamentarnos o sentir impotencia. Podría llenar este escrito de números que reflejan la evolución de China y la decadencia de Argentina. No hay en el mundo dos países con caminos tan opuestos como estos dos, tan distantes como las capitales que los separan, Beijing y Buenos Aires, las dos ciudades capitales más alejadas entre sí. Proyectado al futuro, el panorama es desalentador. Y esto no es una opinión; hay miles de datos para confrontar, y en todos quedamos mal parados. No es culpa de un gobierno, es responsabilidad de todos, incluyendo a quienes votamos.

A futuro, solo nos salvará actuar con inteligencia, madurez y prudencia. El mundo es complejo, el futuro incierto pero previsible en cierto modo. Todo lo que conocimos cambiará en los próximos años, y la tecnología modificará nuestras vidas como nunca antes. La economía global será radicalmente distinta, principalmente porque cambiará el equilibrio del poder económico del mundo más de lo que ha cambiado hasta ahora. En ese mundo, China pasará de ser uno de los jugadores más importantes a ser el determinante, nos guste o no. La política de un país no debería estar marcada por los prejuicios del gobernante de turno, sino por una visión estratégica a largo plazo que busque los intereses del país, más allá de las opiniones personales, los prejuicios y preconceptos del gobernante de turno, le guste o no a Milei. El destino de un país no está en manos de las fuerzas del cielo, sino en la inteligencia de quienes lo gobiernan.

Dr. Gustavo E. Prociuk

Abogado, Empresario, Especialista en Comercio Exterior y Negocios con China.